Comparte su punto de vista con el Presidente Fernández sobre los problemas dominicanos, en su residencia de Boston
WESTON, Boston – El béisbol no fue tema de agenda en la residencia de una de sus estrellas más sobresalientes. El dominicano David Ortiz, estelar jugador de Boston, prefirió transformarse la noche del sábado en “consejero presidencial”.
Y lo hizo bien, pues tanto el Presidente Leonel Fernández y su esposa Margarita Cedeño de Fernández, invitados de honor a una cena en la residencia de Ortíz, en las afueras de Boston, parecieron disfrutar de cada una de sus reflexiones sobre la política y la economía dominicana, pero al igual de la actual crisis financiera en los Estados Unidos.
“La cosa mejor que ha sucedido es que usted ha vuelto a la Presidencia. Usted ya tiene experiencia, y eso es bueno, es mejor a que venga otro a estar ensayando”, comentó Ortíz, instante después de invitar a Fernández y esposa a tomar asiento sobre un gran sofá, en el que se ubicó también su joven esposa, de origen estadounidense.
La residencia de Ortiz está ubicada en una zona apartada, a casi media hora en automóvil desde el centro de Boston y en aquella noche lluviosa muchos llegaron a impacientarse, ávidos de ser testigos de aquel encuentro, por las dificultades del tránsito y el desplazamiento al final por un laberinto de callecitas estrellas, a oscuras.
Llegamos por fin a Weston, un lugar solitario, de espesa vegetación y residencias distantes una de la otra. Ortíz, junto a su esposa e hijos, así como de otra estrella de Grandes Ligas, Julio Lugo, recibió a la puerta de la casa a la comitiva presidencial. En realidad, el banquete había sido instalado al caer la noche, pero un compromiso previo en el hotel retrasó por más de dos horas y media la presencia de Fernández y sus acompañantes. Ortiz, no obstante, lo recibió con una amplia sonrisa y un fuerte abrazo.
Dámaso Marte y José Veras, dos futuras estrellas de los Yankees, estuvieron también en la comitiva de recibo. Alguien recordó su condición de rasos, el primero de la Policía y el segundo del Ejército, y no tardó mucho en llegar la orden presidencial de ascenso.
El mayor general Héctor Medina, jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, anunció que ambos, por orden del Presidente Fernández, quedaban esa anoche ascendidos a segundos tenientes de sus respectivas instituciones. ¡En buena hora!, se escuchó decir complacido al dominicano Julio Lugo, quien se declaró admirador del Presidente Fernández.
All Horford, la estrella dominicana de la NBA, disfrutó también de la velada.
Durante el prolongado intercambio antes de dar paso al bufé, Ortiz hizo un relato de su infancia, la historia de un niño que recorrió barrios tan calientes como Gualey y Simón Bolívar, siempre consagrado a sus estudios, bajo la presión de sus padres, hoy convertido en millonario. Trato de que mis hijos estén conscientes de los que tienen, de lo que yo nunca tuve en mi niñez”, relató. ¡A mi nadie puede decirme que ser pobre justifica ser delincuente. Eso no es verdad”, afirmó al recordar su propia experiencia.
Pero Ortiz, que se tomó en serio la noche y tocó al Presidente otros temas de grandes ligas: los sueldos de militares y policías, la seguridad social, la delincuencia, la educación, la crisis energética, pero también qué pueden hacer los dominicanos estrellas en las Grandes Ligas para ayudar a su país.
Ortiz, con buen dominio del lenguaje, reconoció que el país ha cambiado. Recordó cuando siendo aún mozalbete fue testigo de la poblada de de abril de 1984, y de cómo “los tigres del barrio” saquearon un almacén de Inespre cercano a su casa. “Ya esas cosas no se ven”, volvió a reconocer, pero dijo al Presidente que está consciente de que el gobierno debe preocuparse más por impulsar la educación como alternativa de solución a la delincuencia. De la crisis energética, Ortiz no esta consciente de que pueda solucionarse por ahora mientras el dominicano no tenga conciencia de que debe pagar.
“El que se la cortan porque no paga, se las arreglas para conectarse de nuevo, y así eso nunca se va resolver, Presidente”, le dijo a Fernandez. Las manecillas del reloj se acercaban a las 1:30 de la madrugada cuando se decidió dar por terminada la velada. Antes, Ortiz autografió sendos bates para obsequios al Presidente y la Primera Dama, quien sujetó el suyo con fuerza y mirando con aire jocoso a su esposo, advirtió: ¡ya sabe, para cuando llegue tarde!
Y lo hizo bien, pues tanto el Presidente Leonel Fernández y su esposa Margarita Cedeño de Fernández, invitados de honor a una cena en la residencia de Ortíz, en las afueras de Boston, parecieron disfrutar de cada una de sus reflexiones sobre la política y la economía dominicana, pero al igual de la actual crisis financiera en los Estados Unidos.
“La cosa mejor que ha sucedido es que usted ha vuelto a la Presidencia. Usted ya tiene experiencia, y eso es bueno, es mejor a que venga otro a estar ensayando”, comentó Ortíz, instante después de invitar a Fernández y esposa a tomar asiento sobre un gran sofá, en el que se ubicó también su joven esposa, de origen estadounidense.
La residencia de Ortiz está ubicada en una zona apartada, a casi media hora en automóvil desde el centro de Boston y en aquella noche lluviosa muchos llegaron a impacientarse, ávidos de ser testigos de aquel encuentro, por las dificultades del tránsito y el desplazamiento al final por un laberinto de callecitas estrellas, a oscuras.
Llegamos por fin a Weston, un lugar solitario, de espesa vegetación y residencias distantes una de la otra. Ortíz, junto a su esposa e hijos, así como de otra estrella de Grandes Ligas, Julio Lugo, recibió a la puerta de la casa a la comitiva presidencial. En realidad, el banquete había sido instalado al caer la noche, pero un compromiso previo en el hotel retrasó por más de dos horas y media la presencia de Fernández y sus acompañantes. Ortiz, no obstante, lo recibió con una amplia sonrisa y un fuerte abrazo.
Dámaso Marte y José Veras, dos futuras estrellas de los Yankees, estuvieron también en la comitiva de recibo. Alguien recordó su condición de rasos, el primero de la Policía y el segundo del Ejército, y no tardó mucho en llegar la orden presidencial de ascenso.
El mayor general Héctor Medina, jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, anunció que ambos, por orden del Presidente Fernández, quedaban esa anoche ascendidos a segundos tenientes de sus respectivas instituciones. ¡En buena hora!, se escuchó decir complacido al dominicano Julio Lugo, quien se declaró admirador del Presidente Fernández.
All Horford, la estrella dominicana de la NBA, disfrutó también de la velada.
Durante el prolongado intercambio antes de dar paso al bufé, Ortiz hizo un relato de su infancia, la historia de un niño que recorrió barrios tan calientes como Gualey y Simón Bolívar, siempre consagrado a sus estudios, bajo la presión de sus padres, hoy convertido en millonario. Trato de que mis hijos estén conscientes de los que tienen, de lo que yo nunca tuve en mi niñez”, relató. ¡A mi nadie puede decirme que ser pobre justifica ser delincuente. Eso no es verdad”, afirmó al recordar su propia experiencia.
Pero Ortiz, que se tomó en serio la noche y tocó al Presidente otros temas de grandes ligas: los sueldos de militares y policías, la seguridad social, la delincuencia, la educación, la crisis energética, pero también qué pueden hacer los dominicanos estrellas en las Grandes Ligas para ayudar a su país.
Ortiz, con buen dominio del lenguaje, reconoció que el país ha cambiado. Recordó cuando siendo aún mozalbete fue testigo de la poblada de de abril de 1984, y de cómo “los tigres del barrio” saquearon un almacén de Inespre cercano a su casa. “Ya esas cosas no se ven”, volvió a reconocer, pero dijo al Presidente que está consciente de que el gobierno debe preocuparse más por impulsar la educación como alternativa de solución a la delincuencia. De la crisis energética, Ortiz no esta consciente de que pueda solucionarse por ahora mientras el dominicano no tenga conciencia de que debe pagar.
“El que se la cortan porque no paga, se las arreglas para conectarse de nuevo, y así eso nunca se va resolver, Presidente”, le dijo a Fernandez. Las manecillas del reloj se acercaban a las 1:30 de la madrugada cuando se decidió dar por terminada la velada. Antes, Ortiz autografió sendos bates para obsequios al Presidente y la Primera Dama, quien sujetó el suyo con fuerza y mirando con aire jocoso a su esposo, advirtió: ¡ya sabe, para cuando llegue tarde!
Fuente: Hoy Digital
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