Dicen que ellos no olvidan y no perdonan. Así reza el lema del movimiento de ciberactivistas Anonymous. Pero resulta que la policía tampoco. El año pasado los Anonymous acudieron masivamente a las puertas del Teatro Real, donde se celebraba la 25 edición de los Goya, para abuchear a cualquiera que transitara por la alfombra roja y protestar contra la ley Sinde.
Así que este año la policía se ha adelantado y una hora antes del comienzo de la alfombra roja ya había empezado a revisar mochilas y bolsos de la gente que aguardaba ante el Palacio Municipal de los Congresos a la espera de la llegada de los famosos. Buscaban “todo lo que pueda representar una amenaza para la seguridad del evento o que pueda perturbarlo”, explicaba el jefe de la operación policial.
Así que este año la policía se ha adelantado y una hora antes del comienzo de la alfombra roja ya había empezado a revisar mochilas y bolsos de la gente que aguardaba ante el Palacio Municipal de los Congresos a la espera de la llegada de los famosos. Buscaban “todo lo que pueda representar una amenaza para la seguridad del evento o que pueda perturbarlo”, explicaba el jefe de la operación policial.
Para entrar en la definición, y por tanto ser alejado a varios metros del recinto, bastaba con una máscara. O, más bien, con la máscara. En concreto, la de Guy Fawkes, que lleva el personaje de la novela gráficaV de Vendetta y que es el símbolo auténtico de Anonymous.
Un amigo de Ángel Frade por ejemplo la llevaba escondida en una bolsa naranja. Una razón suficiente como para que este joven trajeado de 16 años y sus dos compañeros, que aguardaban junto con el resto de aficionados ante el Palacio de Congresos tras unas vallas de seguridad, fueran llevados por la policía a una furgoneta cercana por un control. “Nos dijeron: ‘Tú, tú y tú, venid con nosotros”, contaba por teléfono Frade media hora después de que el control se convirtiera en su expulsión del recinto. “Nos han dicho que la máscara era ilegal y que dejáramos de hacer preguntas sobre nuestras culpas”, añadía el joven.
Según contaba, su decisión de quedarse en las inmediateces del Palacio de Congresos le acababa costando otras dos retenciones. Intentar trasladarles sus preguntas a los agentes significaba llevarse esta respuesta: “Deje de molestar o le vamos a echar a usted también. Estamos haciendo nuestro trabajo”. Ver mas....http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/19/actualidad/1329679373_236612.html